China dejará de fabricar coches de gasolina y diésel
China, la fábrica global, dejará de producir coches de gasolina y diésel en un «futuro cercano». La calamidad medioambiental del gigante asiático ya sugería la medida porque es la única que compatibiliza la devoción automovilística de la pujante clase media con unos cielos más respirables. También supone un empujón al sector nacional del coche eléctrico, uno de los pocos en los que el país no va a rebufo de Occidente.
Ese «futuro cercano» es todo lo que se sabe del calendario previsto. Lo mencionó el fin de semana Xin Guobin, viceministro de Industria. «Las compañías deberán esforzarse para mejorar el ahorro energético de los coches tradicionales y desarrollar con vigor los nuevos vehículos que cumplan con las leyes», avanzó en un foro de la ciudad portuaria de Tianjin.
Pekín sigue la senda europea. Noruega y Holanda prohibirán los coches con combustible fósil en el 2025 y Francia y Reino Unido lo harán en el 2040 para cumplir con sus compromisos de mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados.
Pero la apuesta china por los enchufes estimulará sin remedio a la industria automovilística mundial para satisfacer las directrices de Pekín. El mercado chino, con 200 millones de vehículos matriculados, es casi la suma del estadounidense y del europeo. Hace años que los principales fabricantes globales se juegan su cuenta de resultados en el gigante asiático.
Solo 500.000 de los 28 millones de automóviles fabricados el pasado año en China fueron eléctricos, según los datos del sector. La cifra bordearía lo irrelevante de no ser por el incremento del 50% respecto al año anterior.
Los usuarios chinos compraron más de la mitad de los 774.000 coches eléctricos vendidos el año pasado en todo el mundo y la industria estima que la demanda nacional alcanzará en el actual ejercicio las 750.000 unidades.
China, pues, lidera uno de los sectores con más futuro. Sus compañías BYD o BAIC son referentes globales. Warren Buffett, el oráculo de Omaha, ya vislumbró el horizonte en el 2009 cuando compró casi el 10% de las acciones de la primera.
«La tecnología de BYD tiene la capacidad de cambiar las reglas del juego si realmente nos tomamos en serio la reducción de las emisiones de dióxido de carbono», dijo. La compañía con sede en la boyante macrourbe de Shenzhen encabeza las ventas en los siete primeros meses del año, con 46.855 vehículos; seguida de BAIC, con 36.084; mientras que General Motors muestra unas ridículas 738 unidades.
Los coches de gasolina chinos aún arrastran fama de ser plagiados, endebles e inmaduros. Los incentivos oficiales explican que los eléctricos sean referentes globales. China gastó más de mil millones de dólares hasta el 2015 en subsidios para compensar el mayor precio de los vehículos eléctricos y hasta el 2015 invertirá cerca de 15.000 millones de dólares en estaciones de carga.
La Comisión para la Reforma y el Desarrollo Nacional, el principal órgano de planificación gubernamental, anunció recientemente que no aprobará ningún proyecto relacionado con el coche tradicional.
El cuadro explica que las multinacionales hayan dejado de ver a China solo como el lugar donde fabricar y vender sus automóviles y ya estén desplazando hacia aquí su investigación. Renault-Nissan y Ford están acelerando los trámites para cerrar ‘joint-ventures’ con fabricantes chinos, cuando Volkswagen o General Motors ya acumulan ingenieros en China para desarrollar sus nuevos modelos.
El desarrollo de los vehículos eléctricos forma parte del plan Made in China con el que Pekín pretende que sus empresas lideren sectores de futuro como la robótica o la inteligencia artificial y ‘jubilar’ así su patrón basado en las manufacturas. Las energías renovables ya emplean a 3,5 millones de trabajadores en China, por apenas 769.000 en EEUU.
China ve en los coches eléctricos soluciones económicas y ecológicas. El humo de los vehículos supone el 80% de las emisiones de monóxido de carbono, según el Ministerio de Protección Medioambiental.
El país contamina más que EEUU y Europa juntos, pero también invierte más que ambos en energías limpias. El pasado año gastó 103.000 millones de dólares en tecnologías renovables, instaló la mitad de las centrales eólicas del mundo y produjo un tercio de la energía solar.
Fuente: EL PERIÓDICO